jueves, 3 de enero de 2008

A VER QUIÉN LA TIENE MÁS GRANDE




EL GRAN SIMBOLO DEL NAZI-ONANISMO


Cualquier movimiento que se precie, debe de tener sus símbolos como tarjeta de presentación y de cara a la galería. Barcelona, que es la capital centralista y centrípeta de Cataluña y de todo lo que allí se ha cocido y cocerá, está llena de diferentes tipos de símbolos como sello y firma y como muestra de su poderío en diversos aspectos que van, desde la Sagrada Familia en lo religioso, hasta sus torres gemelas como muestra de su modernidad, pasando por otros deportivos o por un sinfín la más diversa índole.

El último de estos grandes símbolos es claramente icnográfico, pues su forma fálica o “preservatiforme”, si lo analizamos desde su caprichosa policromía ocasionalmente cambiante, tan propia de la industria condonera actual, así nos lo presenta. Por lo que no es difícil descifrar su significado encubierto, ya que tales formas, semánticamente vienen a significar más o menos: “¡Ojo, que aquí el más chulo, es quien la tiene más gorda!” Un mensaje quizá simplón y machista, pero que todavía efectivo, pues aun hace bajar cabezas.

Supongo que no hará falta aclarar que me estoy refiriendo a la torre Agbar, que hasta en su propio nombre, se pueden encontrar resonancias acústicas de proximidad a lo que en árabe significaría “el más grande”. Menos mal que no es eso exactamente lo que significa; pues un símbolo iconográfico con forma fálica, y que además se llamase “El Más Grande”, sería demasiado machista para los tiempos que corren.

Todo lo dicho no se opone a que podamos tener una valoración positiva de este edificio-símbolo-icono, al menos, desde un punto de vista exclusivamente técnico. Pues cumple con los objetivos para los que se creó; ya que, en un momento de efervescencia del nacionalismo –por y para los propios nacionalistas, claro-, viene a representar la parte de esa ideología más rancia y casposa, ésa cada vez más cercana a la que usaba la “z” en su grafía y, a la vez, fomenta posturas exclusivamente endogámicas, cuando no de pura complacencia por la ipsación, tan necesarias para mantener un régimen basado en la falacia institucionalizada.

No faltará, pues, quien considere a este edificio como el gran símbolo del NAZI-ONANISMO.

LOS SÍMBLOS SUELEN SER, A MENUDO, BUENOS SUSTITUTOS DE LAS IDEAS.

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